Mis queridos amigos, ¡bienvenidos! Que bueno es encontrarnos nuevamente en este Planeta de Luz.
Espero que se encuentren bien, sin embargo, imagino que están todos pasando por momentos ajetreados, tal como yo.
El mundo gira y gira, y pareciera que lo hace cada día con mayor rapidez. Y no para, aunque muchas veces nos sintamos con ganas de ponerle pausa y bajarnos del mundo aunque sea por un rato.
La relatividad del tiempo es algo que cada día es más claro para mí, hay días eternos y hay días tan tan cortos. Sé que entienden a qué me refiero, todos hemos estado allí.
Las tareas del día, la casa, el trabajo, la familia, los amigos, los compromisos, y las cosas básicas, a veces nos hacen caer en una rutina que nos pone en piloto automático, y todo parece empeorar aún más cuando algo dentro de la rutina sale mal, algo cambia. Entonces nos sentimos perdidos y desorientados, el tiempo no alcanza para nada y no sabemos qué hacer.
Sin embargo esos “cambios” en la rutina, muchas veces pueden ser justo lo que necesitamos. Tal vez como una forma de salir del “piloto automático” y abrir los ojos, sentir otra vez y mirar hacia donde va nuestra vida. No es una buena señal sentirnos “perdidos” sin el piloto automático. Somos aventureros, somos almas viajeras, lo nuestro es el cambio y el romper con la rutina, entonces miremos dentro de lo profundo, guardemos silencio y momento y dejemos salir otra vez la voz de ésta alma aventurera, entreguémosle nuevamente el timón de nuestra vida, apagando el piloto automático, ¿no se dan cuenta que es por eso que a veces nos queremos bajar del mundo? Porque en piloto automático todo es monotonía, la cual nos cansa y nos ciega, ya no vemos nada en realidad, nada es nuevo, nada es interesante, entonces nos cansamos y queremos desconectarnos del mundo.
En cambio el aventurero no se cansa, el aventurero se alimenta de todo a su alrededor, respira la energía del aire y se enriquece. Hay mucha riqueza a todo nuestro alrededor, hay muchos colores, hay muchos lugares, hay muchas personas, muchas bendiciones y por sobre todo mucho amor. Cuando vemos esto, todos los cambios, los “problemas” y los desafíos se tornan más manejables, más simples, más divertidos y volvemos a disfrutar del camino que hemos elegido, pues al sacarnos las vendas somos capaces de reconocer nuestra creación.
¡Vamos, volvamos a sentir, apaguemos el piloto automático!
Espero que se encuentren bien, sin embargo, imagino que están todos pasando por momentos ajetreados, tal como yo.
El mundo gira y gira, y pareciera que lo hace cada día con mayor rapidez. Y no para, aunque muchas veces nos sintamos con ganas de ponerle pausa y bajarnos del mundo aunque sea por un rato.
La relatividad del tiempo es algo que cada día es más claro para mí, hay días eternos y hay días tan tan cortos. Sé que entienden a qué me refiero, todos hemos estado allí.
Las tareas del día, la casa, el trabajo, la familia, los amigos, los compromisos, y las cosas básicas, a veces nos hacen caer en una rutina que nos pone en piloto automático, y todo parece empeorar aún más cuando algo dentro de la rutina sale mal, algo cambia. Entonces nos sentimos perdidos y desorientados, el tiempo no alcanza para nada y no sabemos qué hacer.
Sin embargo esos “cambios” en la rutina, muchas veces pueden ser justo lo que necesitamos. Tal vez como una forma de salir del “piloto automático” y abrir los ojos, sentir otra vez y mirar hacia donde va nuestra vida. No es una buena señal sentirnos “perdidos” sin el piloto automático. Somos aventureros, somos almas viajeras, lo nuestro es el cambio y el romper con la rutina, entonces miremos dentro de lo profundo, guardemos silencio y momento y dejemos salir otra vez la voz de ésta alma aventurera, entreguémosle nuevamente el timón de nuestra vida, apagando el piloto automático, ¿no se dan cuenta que es por eso que a veces nos queremos bajar del mundo? Porque en piloto automático todo es monotonía, la cual nos cansa y nos ciega, ya no vemos nada en realidad, nada es nuevo, nada es interesante, entonces nos cansamos y queremos desconectarnos del mundo.
En cambio el aventurero no se cansa, el aventurero se alimenta de todo a su alrededor, respira la energía del aire y se enriquece. Hay mucha riqueza a todo nuestro alrededor, hay muchos colores, hay muchos lugares, hay muchas personas, muchas bendiciones y por sobre todo mucho amor. Cuando vemos esto, todos los cambios, los “problemas” y los desafíos se tornan más manejables, más simples, más divertidos y volvemos a disfrutar del camino que hemos elegido, pues al sacarnos las vendas somos capaces de reconocer nuestra creación.
¡Vamos, volvamos a sentir, apaguemos el piloto automático!