Espero que se encuentren bien, sin embargo, imagino que están todos pasando por momentos ajetreados, tal como yo.
El mundo gira y gira, y pareciera que lo hace cada día con mayor rapidez. Y no para, aunque muchas veces nos sintamos con ganas de ponerle pausa y bajarnos del mundo aunque sea por un rato.
La relatividad del tiempo es algo que cada día es más claro para mí, hay días eternos y hay días tan tan cortos. Sé que entienden a qué me refiero, todos hemos estado allí.
Las tareas del día, la casa, el trabajo, la familia, los amigos, los compromisos, y las cosas básicas, a veces nos hacen caer en una rutina que nos pone en piloto automático, y todo parece empeorar aún más cuando algo dentro de la rutina sale mal, algo cambia. Entonces nos sentimos perdidos y desorientados, el tiempo no alcanza para nada y no sabemos qué hacer.
Sin embargo esos “cambios” en la rutina, muchas veces pueden ser justo lo que necesitamos. Tal vez como una forma de salir del “piloto automático” y abrir los ojos, sentir otra vez y mirar hacia donde va nuestra vida. No es una buena señal sentirnos “perdidos” sin el piloto automático. Somos aventureros, somos almas viajeras, lo nuestro es el cambio y el romper con la rutina, entonces miremos dentro de lo profundo, guardemos silencio y momento y dejemos salir otra vez la voz de ésta alma aventurera, entreguémosle nuevamente el timón de nuestra vida, apagando el piloto automático, ¿no se dan cuenta que es por eso que a veces nos queremos bajar del mundo? Porque en piloto automático todo es monotonía, la cual nos cansa y nos ciega, ya no vemos nada en realidad, nada es nuevo, nada es interesante, entonces nos cansamos y queremos desconectarnos del mundo.
En cambio el aventurero no se cansa, el aventurero se alimenta de todo a su alrededor, respira la energía del aire y se enriquece. Hay mucha riqueza a todo nuestro alrededor, hay muchos colores, hay muchos lugares, hay muchas personas, muchas bendiciones y por sobre todo mucho amor. Cuando vemos esto, todos los cambios, los “problemas” y los desafíos se tornan más manejables, más simples, más divertidos y volvemos a disfrutar del camino que hemos elegido, pues al sacarnos las vendas somos capaces de reconocer nuestra creación.
¡Vamos, volvamos a sentir, apaguemos el piloto automático!