Una amiga vino a hablarme hoy y me contó que no estaba muy bien, me dijo que cuando mira a su alrededor sólo ve personas que parecen ser buenas en lo que hacen, personas inteligentes y que se encuentran en una situación cómoda, mientras por otra parte ella se siente tan insegura que desearía ser como cualquier otra persona. Ser cualquiera excepto ella misma.
Esto la hace sentir impotente frente a los retos que enfrenta y completamente sola, rodeada de incertidumbre. Nuestra conversación me hizo pensar en todos aquellos momentos donde frente a un reto me he preguntado si realmente tengo lo que se necesita. El miedo se hace presente rápidamente susurrando “tal vez no eres capaz..“ y ese escalofrío repentino me sacude, pero antes de que me afecte más, esa parte práctica de mi mente me pregunta “bueno, ¿entonces qué vas a hacer?” y sin importar el tipo de situación o donde sea que te encuentres en la vida, me parece que la respuesta a la pregunta suele ser siempre la misma y tienes dos opciones:
Opción 1: Ríndete, hay una gran probabilidad de que no lo logres, no tienes idea en lo que te estas metiendo, de seguro sólo hará las cosas peor, requiere demasiado esfuerzo, no tienes lo que se necesita, etc.
Opción 2: Solo hazlo, ¿qué es lo peor que puede pasar?, nunca sabrás si no lo intentas, es mejor intentar y fallar o lograrlo más allá de tus expectativas, puede ser divertido, hay una gran probabilidad de que aprendas mucho, jamás te preguntarás que habría pasado si lo hubieras intentado.
Al pensar en eso me di cuenta que yo siempre tomo la segunda opción, y al considerarlo, el 99,9% del tiempo fue lo mejor que pude haber hecho, gracias a eso se me presentaron muchas oportunidades que nunca hubiera tenido si hubiera decidido rendirme antes de intentar.
Compartí estas experiencias con mi amiga, quien se alegró al saber que no es la única persona en el mundo que se siente así, y ambas estuvimos de acuerdo en que son todos y cada uno de los momentos como este los que nos definen y definen la dirección que toman nuestras vidas.
En vez de mantenerse estático en un estado de incertidumbre, cuando la pregunta “¿entonces qué vas a hacer?” aparece, la elección es completamente tuya, tu y sólo tú eres responsable por tu decisión y todo lo que ésta implica. Si eres capaz de lidiar con esa idea y eres conciente de su significado; estás listo(a) para tomar tu propia decisión y avanzar si mirar atrás.
Debes saber que la segunda opción, en la mayoría de los casos, significa que aparecerán retos en el camino, tal vez haya momentos en que dudes de ti mismo(a) y la misma pregunta aparezca una y otra vez, debes entonces una vez más confirmar tu decisión, o por supuesto; cambiar de parecer. Si decides mantenerte firme en tu decisión, los retos y dificultades serán menos y menos a medida que avanzas hacia nuevas formas de experimentarte a ti mismo(a) y a tu propia vida.
No hay buenas o malas decisiones, hay decisiones que crean un resultado y depende de nosotros usarlo a nuestro favor o en nuestra contra. Te animo a que encuentres tu fortaleza y confíes en ti mismo(a). Como le dije a mi amiga: la única diferencia entre todos nosotros se encuentra en la confianza y en las decisiones que tomamos. Algunos se rinden y sus vidas toman una dirección, otros deciden hacer y sus vidas toman otra dirección.
Como casi todo en esta vida…la decisión sigue siendo solo tuya.
Les envío mucha luz y amor en cualquiera de las decisiones que elijan tomar.
Opción 1: Ríndete, hay una gran probabilidad de que no lo logres, no tienes idea en lo que te estas metiendo, de seguro sólo hará las cosas peor, requiere demasiado esfuerzo, no tienes lo que se necesita, etc.
Opción 2: Solo hazlo, ¿qué es lo peor que puede pasar?, nunca sabrás si no lo intentas, es mejor intentar y fallar o lograrlo más allá de tus expectativas, puede ser divertido, hay una gran probabilidad de que aprendas mucho, jamás te preguntarás que habría pasado si lo hubieras intentado.
Al pensar en eso me di cuenta que yo siempre tomo la segunda opción, y al considerarlo, el 99,9% del tiempo fue lo mejor que pude haber hecho, gracias a eso se me presentaron muchas oportunidades que nunca hubiera tenido si hubiera decidido rendirme antes de intentar.
Compartí estas experiencias con mi amiga, quien se alegró al saber que no es la única persona en el mundo que se siente así, y ambas estuvimos de acuerdo en que son todos y cada uno de los momentos como este los que nos definen y definen la dirección que toman nuestras vidas.
En vez de mantenerse estático en un estado de incertidumbre, cuando la pregunta “¿entonces qué vas a hacer?” aparece, la elección es completamente tuya, tu y sólo tú eres responsable por tu decisión y todo lo que ésta implica. Si eres capaz de lidiar con esa idea y eres conciente de su significado; estás listo(a) para tomar tu propia decisión y avanzar si mirar atrás.
Debes saber que la segunda opción, en la mayoría de los casos, significa que aparecerán retos en el camino, tal vez haya momentos en que dudes de ti mismo(a) y la misma pregunta aparezca una y otra vez, debes entonces una vez más confirmar tu decisión, o por supuesto; cambiar de parecer. Si decides mantenerte firme en tu decisión, los retos y dificultades serán menos y menos a medida que avanzas hacia nuevas formas de experimentarte a ti mismo(a) y a tu propia vida.
No hay buenas o malas decisiones, hay decisiones que crean un resultado y depende de nosotros usarlo a nuestro favor o en nuestra contra. Te animo a que encuentres tu fortaleza y confíes en ti mismo(a). Como le dije a mi amiga: la única diferencia entre todos nosotros se encuentra en la confianza y en las decisiones que tomamos. Algunos se rinden y sus vidas toman una dirección, otros deciden hacer y sus vidas toman otra dirección.
Como casi todo en esta vida…la decisión sigue siendo solo tuya.
Les envío mucha luz y amor en cualquiera de las decisiones que elijan tomar.