Recientemente en un viaje a Paris, en una reunión de amigos, todos me preguntaban cómo va todo en Los Ángeles y cómo es la vida aquí, todos fascinados con la idea del sueño americano y la vida en este lado del mundo. En un breve momento de silencio, todos ellos se quedaron mirando hacia la nada, como añorando vivir en L.A. y uno de ellos rompió el silencio con un brindis a Los Ángeles, al cual todos se unieron.
Mientras esto transcurría y yo los observaba, me pareció un poco irónico que estos Parisinos, que día a día viven en una de las ciudades más hermosas del mundo, añoraran Los Ángeles. Instantáneamente recordé haber presenciado exactamente la misma reacción cuando mis amigos en Los Ángeles se enteraron que viajaba a Paris; todos ellos en completa añoranza pensando en Paris.
Posteriormente vino a mi conciencia la frase “el pasto (césped) es siempre es más verde del otro lado”.
Me encontré en la confirmación misma de tal frase. Los que estamos aquí añoramos estar allá, los que están allá añoran estar aquí. Y así constantemente estamos añorando aquello que está al otro lado, aquello que no tenemos y olvidamos hacer un inventario de todo lo que sí tenemos y que por lo tanto dejamos de apreciar.
Cuando no somos capaces de apreciar lo que tenemos, lentamente dejamos de ver todo aquello que es bueno en nuestra vida, perdemos la perspectiva y caemos en el juego de buscar validación de que “todo está bien” a nuestro alrededor y necesitamos alimentarnos de elementos externos que nos hagan sentir que en realidad estamos “bien parados” en la vida.
Nos olvidamos que todo está bien en el universo, en su propio balance, aunque nos cueste entenderlo y que en realidad si necesitamos reconectarnos con el sentido de la vida que hemos construido, un simple inventario de cosas grandes y pequeñas que logremos identificar, se transforma en la conexión y la única brújula que nos pone de regreso en el camino.
Cuidemos y caminemos descalzos sobre nuestro propio pasto, apreciemos y disfrutémoslo pues es el único que tenemos, hagamos de él el jardín de nuestros sueños y entonces ya no habrá otro jardín "al otro lado" que nos apetezca más que el propio.
Me ha encantado esta entrada pues opino un poco más de lo mismo. Creo que somos muy poco agradecidos con todas esas cosas que no valoramos nada simplemente porque las tenemos, y que si tenemos una cosa, queremos la de más allá porque nos parece mejor. No sabemos disfrutar de lo que hay en nuestras vidas. En vez de vivir con lo que tenemos vivimos pensando en lo que no tenemos.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por la entrada. Es fantástica.
Hola Babs. Paso a saludarte y decirte que tienes un premio en mi blog. Te dejo el link por si te apetece pasar a recogerlo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
http://elbienestarylasaludestaenti.blogspot.com/2011/10/premio-de-lenn.html
Hola Mari Carmen!
ResponderEliminarMuchisimas gracias, que lindo regalo!!
Bendiciones y un fuerte abrazo!
Babs
Al leer tu reflexión yo también me pregunto ¿por qué solemos anhelar lo ajeno y considerarlo mejor que lo que nosotros tenemos -y "somos"-?. Desde detalles sin importancia -el color del pelo, por ejemplo- a aspectos mucho más importantes, como el lugar de residencia, trabajo e incluso los afectos. Creo que el inconformismo forma parte de nuestra condición humana, pero si va mal dirigido -como en el caso que nos comentas- nos conduce a la frustración. En cambio, no conformarse con la mediocridad, la desesperanza, los obstáculos y dificultades...engrandece al ser humano.
ResponderEliminarMe ha parecido muy interesante tu reflexión, gracias por compartirla. Un abrazo